No valgo nada: la herida de la humillación

No valgo nada. Yo no valgo para nada es la creencia que arraigó una persona cuando durante su infancia sintió la herida de la humillación.

La herida de la humillación, cuando te hicieron creer mensajes del tipo «yo no valgo la pena» o «no valgo suficiente» es una de las heridas emocionales de la infancia. 

El origen de la herida de la humillación

La herida de la humillación nace cuando en nuestra etapa infantil sentimos que papá o mamá nos desaprueban. Nos critican. Nos ridiculizan ante otras personas, amistades o familiares.

Nuestra autoestima se ve muy afectada. 

Se empiezan a formar creencias del tipo: no valgo, no valgo nada, yo no valgo para nada.

En esa etapa infantil el objetivo es sentirnos personitas útiles y válidas. Y recibimos el mensaje contrario.

Y empezamos a construir una personalidad dependiente. Aprenden que su reconocimiento va a depender de la imagen que tengan otras personas sobre él o ella.

Y en la etapa adulta para sentirse personas valiosas deciden hacen cualquier cosa por los demás.

¿Cómo funciona la mente de quién sufrió la herida de humillacion en la infancia?

o        Se olvida de sus propias necesidades. No existe. Se dedica en cuerpo y alma a complacer a otras personas. Quiere arreglar sus problemas.

Así se gana su cariño, y se siente respetada, valorada y reconocida. Solo tiene ojos para las demás personas, de su entorno personal o profesional.

o        Evita sentir. A veces decide ridiculizarse (de manera inconsciente) antes de que lo hagan otros. En ocasiones tapan su vergüenza y actúan como un personaje con antifaz para hacer reír al resto.

o    Se considera una persona menos valiosa o capaz de lo que es. Además, tiene dificultades para expresarse como Ser adulto porque está anclado en el niño o la niña que fue.

o        Le encanta la libertad y los placeres. Puede recurrir a comportamientos adictivos como las compras, la comida, la adicción a bebida o la adicción al juego para sentir placer y liberar su culpa.

En el caso de mujeres que han sufrido la herida de la humillación, éstas suelen tener una relación complicada con sus madres. Y aparece también la emoción vergüenza en su intimidad en pareja.

No valgo nada: la falsa creencia que conecta con la herida de la humillación

Las heridas emocionales profundas que se pueden generar en la infancia nos llevan a desarrollar ciertas creencias.

Queremos seguir sobreviviendo solo que si crecemos sin revisar nuestras creencias la vida adulta se nos complica.

En lo personal y en lo profesional.

El pensamiento no valgo nada, yo no valgo es una de esas creencias limitantes asociadas a la herida de la humillación. Te hicieron creer que no valías.

Diferentes pensamientos apoyan esa creencia de no valgo nada.

Dime si te sucede a menudo:

• Piensas en modo fatídico: “no voy a ser capaz”, “voy a fracasar”,
• Cedes la responsabilidad a otras personas: “no se dan cuenta de quién soy en realidad”.
• O quizás te comparas con ellas: “son mejores que yo”.
• Voces críticas que se repiten: yo no valgo la pena, yo no valgo la pena para nadie

¿Sabes la consecuencia más grave? No tomas acción

Estos pensamientos nos limitan a la hora de afrontar las nuevas circunstancias y tomar acción.

Nos conectan con estados emocionales que nos desaniman.

Emociones como la vergüenza, la culpa o el miedo nos remueven y desgarran por dentro.

Y el cuerpo lo siente y lo muestra. El estómago, el colon irritable, todo el sistema digestivo en general suelen ser avisos… En especial si te resulta difícil expresar lo que piensas y sientes.

Si tu subconsciente apoya la idea (falsa creencia) de no valgo nada, hará lo posible y lo imposible para demostrarte que efectivamente es así.

El miedo al fracaso es uno de los mayores miedos de las personas.

Cada vez con más frecuencia detecto en las sesiones el miedo al éxito. Cierto, parece absurdo pensar que no merecemos una vida de éxito, una creencia limitante que nos conviene transformar. 

El subconsciente nos sabotea para que ni siquiera lo intentemos.

Es obvio, si no lo intentas tampoco fracasas. De esta manera te convence. Solo que te quedas como estabas. Puedes seguir conformándote con la vida que tienes, sin duda.

Mi propuesta es otra más retadora. Es para personas valientes porque escuece un poquito.

Te animo a que reflexiones sobre todo aquello que te puede estar bloqueando a nivel subconsciente e impidiendo evolucionar:

1. Tu infancia. Esos momentos en los que pudiste haber sentido esa herida de la humillación, Sin juicio. Papá y mamá lo hicieron lo mejor que pudieron. Además, tenían sus propias heridas de infancia, y

2. la creencia limitante » yo no valgo » o similares. Haz una lista con las que identifiques.

En esencial para nuestra evolución y crecimiento personal y desarrollo profesional aprender a identificar y escuchar esas voces críticas que nos limitan. Y después, transformarlas.

Dime, ¿te identificas con la herida de la humillación y la creencia » yo no valgo «?

Si tienes dudas o quieres decir adiós definitivo a tus heridas emocionales de infancia y mantener relaciones sanas desde tu yo adulto…

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¡Te animo a hacer conscientes tus heridas de la infancia porque son parte de tu historia familiar!

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