Poniendo limites a tiempo consigues en esencia valorarte y respetarte en tu vida y en tus relaciones profesionales, familiares, de amistad y de pareja.
Es necesario establecer límites en las diferentes áreas de nuestra vida. Trabajo, en todo lo que compramos y poseemos, el tiempo que dedicamos a ciertas actividades, en la comida o las horas de ejercicio que hacemos.
¿Resulta fácil poner límites emocionales? No siempre.
Establecer límites para ti y poner límites a los demás no es fácil. No nos enseñan cómo hacerlo. Ni tampoco nos educan para aceptar y recibir con naturalidad que otra persona nos ponga límites.
Aprender a poner límites es responsabilizarte de tu vida.
Tu bienestar emocional y tu paz mental debe estar en tu lista de prioridades. Esos estados mentales ayudan a que puedas dormir y descansar mejor. Y a que tu cuerpo físico esté libre de contracturas o problemas digestivos o problemas de la piel. A que tus relaciones sean más saludables.
No poner límites emocionales es arriesgado.
Comprender que eres tú prioridad y que esto no significa que eres egoísta es un gran aprendizaje. Y créeme, uno de los temas que te puede ayudar y proteger es tu capacidad para poner límites emocionales, poner límites en el trabajo y a las personas.
Tus relaciones, tus resultados profesionales, tu vida en general mejora cuando logras expresar tus necesidades.
Decides y dices qué es importante para ti y qué no lo es.
Es necesario cuidarte, protegerte, respetarte. Dejar ir el sentimiento de culpa por sentir que eres tu prioridad.
Y comprender que poner limites no te hace una mala persona.
Poner limites se puede aprender.
Se trata además de hacerlo en el momento adecuado, con seguridad y confianza y firmeza. Y de forma asertiva.
¿Y cómo saber que no ponemos límites?
Piensa cómo es tu forma de relacionarte con amistades, con tu pareja o cuando estás en grupo. Observa tu comportamiento y si te suenan estas situaciones:
1. Siempre o con mucha frecuencia decimos que sí a las propuestas de otras personas, aunque lo que queramos es decir no. Decimos que nos da igual y nunca hacemos propuestas de planes que nos gustaría.
2. Mantenemos las relaciones aun sintiendo que no respetan nuestro espacio y que no nos valoran. Elegimos callarnos. No expresamos nuestras necesidades y derechos. Y continuamos con esa relación.
3. Son otras personas quienes toman nuestras decisiones llegando a veces a la manipulación. Controlan nuestro tiempo.
¿Qué convierte en difícil el hecho de poner límites?
Poniendo límites…
se nos despiertan algunas heridas emocionales, y miedos. Y esto duele. Nos resulta difícil porque tememos a las consecuencias que se producen después de poner límites.
El miedo al rechazo o el miedo a un conflicto porque nos preocupa si sabremos y podremos gestionarlo.
La situación imaginada nos genera ansiedad y nos conecta con alguna de nuestras heridas de infancia. Por ejemplo, la herida de rechazo o la herida del abandono.
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Pensamos que poniendo limites la otra persona se puede alejar o nos puede abandonar. A veces surge el miedo al abandono o el miedo a la soledad.
A esto se le suma que no sabemos cómo abordar la conversación con nuestra pareja para que no se sienta ofendida o poco valorada por los límites que ponemos.
Esta dificultad para poner limites conecta con una autoestima baja.
La respuesta es fortalecer la autoestima y regarla con confianza y seguridad. Además, comunicamos nuestros límites con asertividad y respeto, sin temor.
Poner límites significa hacer saber a las personas qué necesitamos y qué queremos. Y también lo que no queremos.
¿Por dónde empezamos a poner límites?
Quizás te sorprenda. Como todo en la vida: por ti 🙂
Poner limites es valorarte y respetarte. Y a partir de este momento te sentirás una persona valorada y respetada. Y los demás te percibirán así.
Establecer, comprender y saber comunicar los limites personales es esencial para nuestra salud física y mental, y el bienestar emocional.
¡Aprende a poner límites personales! ¿Qué te puede ayudar?
Si actuamos poniendo límites con carga emocional negativa y desde la ira y el enfado es bastante probable que no logremos el resultado esperado. La persona que recibe nuestro mensaje con esa carga emocional desagradable no lo va a entender. Le va incluso a doler y puede que dificulte la comunicación y relación. Quizás se aleje.
Y no queremos ese efecto ¿verdad?
1. Aprende a gestionar tus emociones incómodas y desagradables.
2. Escribir o expresar ante un espejo, por ejemplo, todo lo que sientas sobre la situación te puede ayudar a aclarar tu mente y encontrar las palabras adecuadas.
3. Ejercicios de respiración diafragmal, el mindfulness y la meditación te van a ayudar si eres constante en la práctica diaria. La meditación dinámica es una opción excelente para personas muy mentales y que les resulta difícil al principio. Yo propongo un audio con una meditación guiada con mi voz para cargarte de energía al inicio del día.
4. Fortalece la autoestima, la seguridad, la confianza y la empatía.
5. ¡Imagina tu recompensa! Identifica qué lograrías positivo en tu vida si pusieras límites en esa situación o a esa persona.
Poniendo límites a los demás.
Poner límites en el trabajo, poner límites a las personas, límites en las relaciones personales es necesario.
Poner límites emocionales significa expresar a otras personas nuestros deseos y necesidades. Asimismo, hemos de comprender y respetar que las suyas pueden ser diferentes a las nuestras. Además, es importante decirlo con claridad, seguridad y confianza.
Esto nos conecta con la libertad. Así es, poner limites es quererse a uno mismo.
Algunas situaciones que te pueden ayudar a practicar poniendo límites a otras personas, puede ser, por ejemplo:
- Ser tú quien propone planes.
- Decir no cuando así lo sientes, sin culpa y sin miedo.
- Expresar con asertividad lo que te molesta en una situación o de una persona.
- Tomar consciencia de lo que quieres y no quieres hacer para tomar tus propias decisiones.
- Responsabilizarte de las consecuencias de poner límites. Cuando estableces un límite de forma amorosa y clara quizás la otra persona no lo acepte. Quizás te has sentido así en algún momento de tu vida.
Poniendo límites con asertividad, un aprendizaje importante si quieres conseguir tu bienestar mental y emocional. Y por derivación, físico.
¿Por qué poner límites nos hace sentir mejor?
Algo mágico sucede cuando te permites poner límites a tiempo.
- Te valoras y te respetas, y valoras y respetas más al resto de personas.
- Aceptas de buen grado cuando otras personas te marcan los límites.
- Mejora tu autoestima.
- Mantienes relaciones más auténticas y sanas.
Por tanto, muchos son los beneficios de poner límites en las relaciones.
Insisto, poner limites no te hace una mala persona. Y aprender a hacerlo de forma asertiva y a tiempo es posible.
¿Te resulta fácil o difícil poner límites?
¿Qué miedos despierta en ti el hecho de pensar en poner límites a tu pareja?
Si quieres conseguir sanar esos miedos, permitirte ser tú y mantener relaciones poniendo limites como algo natural, te animo a que sigas leyendo.
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